30 de abril de 2008

Vacaciones en Tayikistán

Ahora que el no-puente es inminente, much@s españolit@s estarán haciendo las maletas para ¿disfrutar? de cuatro días en playas abarrotadas, museos a rebosar y bares y restaurantes hasta la bandera.

L@s otr@s, l@s que se quedan, seguramente se consolarán con las merecidas vacaciones veraniegas y contratarán en estos días, si es que no lo han hecho ya, el viaje de sus sueños. De los sueños de este año 2008, que el próximo dios dirá.

Precisamente, hace unos días me contaba un amigo que este verano pasará sus vacaciones en Tayikistán. Yo, que no tengo el menor problema en reconocer que la geografía nunca ha sido mi fuerte, le pregunté boquiabierta por dónde caía exactamente ese país. “Cerca de China, no lo sé exactamente, mis cuñados lo organizaron y yo me apunté” fue la respuesta que me dio, la cual me dejó más boquiabierta si cabe.

Pero esto no es un hecho aislado según me explicaba un compañero de master, que trabaja en el sector de las agencias de viajes. Por lo visto, cada vez es más habitual que familias enteras se decidan a cambiar su mes de Agosto en Benidorm o Torremolinos por seis o siete días en un crucero, en un safari o en Tayikistán... “El destino es lo de menos –me decía- siempre y cuando suene exótico y esté lejos de España”.

Y algo de razón debe llevar si atendemos a las ofertas que cuelgan en los escaparates de las agencias. Hasta hace no mucho tiempo, el que se iba a Egipto o a Estados Unidos era tenido por un aventurero. Ahora, sin embargo, parece que ambos destinos están al alcance de cualquiera, geográfica y económicamente hablando.

Hoy en día lo guay es irse lo más lejos posible, ya sea a tumbarse en la hamaca de una playa paradisíaca del Caribe o a recorrer las ruinas mayas de Xunantunich. Y si el destino elegido está a más kilómetros del que eligió el vecino del quinto, mejor que mejor.

Ya a la vuelta, mientras enseñamos orgullos@s las fotos de aquel destino exótico, del viaje de nuestros sueños, tendremos tiempo de averiguar dónde hemos estado y, más importante aún, cómo vamos a pagarlo.

27 de abril de 2008

El MEC, las becas y los becarios...

Si me hubieran dado un euro cada vez que un amigo me ha dicho que soy una experta en becas, ahora tendría el dinero suficiente para pasarme un año sabático en Nueva York.

Por desgracia, nadie ha tenido a bien regalarme dicho euro, por lo que, desde hace unos meses, estoy a la busca y captura de una beca que me permita llevar a cabo dicho propósito.

Las becas que otorga el Ministerio de Educación y Ciencia (MEC) para realizar cursos de idiomas durante el verano serían una buena opción de no ser porque, según este Ministerio, mis padres cobran demasiado y mi curriculum es excesivo para ser beneficiada con una de dichas becas.

Y es que en esta España nuestra todo funciona así, a parches, y lo que antaño se premiaba ahora se desaprueba. Esta es la única explicación que hallo después de leer la convocatoria de estas ayudas, en la que hay, a mi entender, más de una incongruencia.


Dice la convocatoria en la Exposición de Motivos que “e
l conocimiento de un idioma distinto del propio contribuye de forma esencial a la formación integral de los jóvenes. Su aprendizaje se ha convertido en un objetivo fundamental de las políticas de formación e integración laboral, tanto porque favorece la libre circulación y comunicación como por exigencias del mercado de trabajo”.

De aquí deduzco, no sé si equivocadamente, que el principal objetivo que persiguen estas becas es ofrecer a los jóvenes españoles la posibilidad de adquirir unas competencias lingüísticas que les ayuden a encontrar un empleo en el futuro, dadas las exigencias del mercado de trabajo.


Por lo tanto –continúa la convocatoria- el estudio y la práctica del idioma inglés constituyen una parte indispensable de la formación de quienes se encuentran en la edad de prepararse para entrar en el mercado de trabajo”.

Entiendo, por consiguiente, que las becas tratan de colaborar en la formación lingüística de aquellos jóvenes que aún no han entrado en el mercado laboral. ¡Qué bien! Aún tengo opción de acceder a las becas, pienso. Sin embargo, al leer dos párrafos más abajo, mi gozo se va al pozo:

“Las ayudas se dirigen, por tanto, a aquellos jóvenes que, por razón de su edad, entre 18 y 30 años, se están preparando para entrar en el mercado de trabajo y que, por sus menores recursos económicos se encuentran entre quienes cursan sus estudios con beca del Ministerio de Educación y Ciencia”.


Vale, aquí hay algo que no cuadra. Revisemos los requisitos:
a)
Tener entre 18 y 30 años. Cumplo.
b)
Estar preparándose para entrar al mercado laboral. Cumplo. Por fin mis años de experiencia como becaria en prácticas sin contrato y sin cotizar van a ser recompensados de alguna manera...
c)
Cursar los estudios con una beca del MEC. Ein?

- ¿Pero es que hay alguien con 30 años que aún sigue estudiando la carrera? ¿Debe ser un zopenco, no? Pero, si es un zopenco, ¿cómo es que le dan la beca del MEC? le pregunto, indignada, a mi madre.

- A lo mejor ha tenido que trabajar para pagarse la carrera, que no todo el mundo tiene la misma suerte que tú, me responde ella.

- Vale, pero si ha trabajado ya, entonces ha accedido al mercado laboral (no como trabajador/a encubiert@ = becari@) por lo que está incumpliendo el principal objetivo de estas becas...


De repente, me vienen a la mente las imágenes que aparecieron el verano pasado en todos los medios de comunicación sobre lo bien que se lo pasaban los becarios del MEC en Malta. Mi indignación aumenta por momentos. Noto cómo la sangre me empieza a hervir y rezo para no morderme la lengua demasiado fuerte, no sea que me envenene.

Y es que resulta que el recién nominado Ministerio de Educación, Políticas Sociales y Deporte ha repartido suerte esta semana, otorgando 51.515 becaciones (beca+vacaciones) pagadas, a razón de 1.650 € cada una, correspondientes a 2008.


A muchos de mis amig@s y conocid@s les
ha tocado una beca, algo que en determinados casos se me hace incompresible puesto que sus familias ganan más dinero que la mía (a tenor de sus bienes materiales), son licenciad@s (lo que imposibilita automáticamente ser becario del MEC) y/o reconocen que no son precisamente unos cerebritos...

Para colmo, algun@s repiten experiencia, lo cual (a pesar de ser injusto) no está mal del todo si tenemos en cuenta que su nivel de inglés no pasaría los exámenes de tercero de la EOI. Eso les pasa a los del Ministerio por poner como único condicionante para el cobro de la ayuda la presentación de una acreditación de la realización del curso mediante certificación original del centro docente en el que se realizó el curso en el extranjero y en el que se detallará la duración del mismo (mínimo tres semanas) y el número de horas lectivas semanales (mínimo 15 horas semanales)”.


En cristiano: que el Ministerio no hace exámenes para comprobar que, efectivamente, las ayudas han servido para formar a los jóvenes becarios, sino que se conforma con un papelito (expedido por el centro que imparte el curso, previo pago) que diga que el becario asistió durante tres semanas a tres horas de clase diarias, independientemente de que el estudiante aprendiera inglés o se dedicara a pasar notitas de amor y a mirar a las musarañas...


Total, que ya me los imagino a tod@s este verano de compras por el Soho neoyorquino, mientras yo acabo trabajando en un puesto de helados o, peor aún, haciendo prácticas otra vez en una
gran empresa (gran por el número de becarios, no por sus grandes sueldos).

Esperemos que el nuevo Ministerio de Educación, Políticas Sociales y Deporte se ponga las pilas, al menos en lo que a políticas sociales se refiere, porque de educación y deporte, ya vamos sobrados en este país.

24 de abril de 2008

La SGAE, el canon y dos euros...

Dicen que España es el país europeo con más internautas piratas por metro cuadrado. No sé de qué se extrañan si tenemos en cuenta que el Spanish way of life se basa en conseguir todo lo que sea gratis, sea-lo-que-sea. Y las películas y las canciones no iban a ser menos.

Para atajar el problema, el Parlamento no tuvo mejor idea que sacarse de la manga un canon digital que, supuestamente, es un modo de hacer valer los derechos de autor de los “artistas”. Artistas por llamarlos de alguna manera, porque hoy en día se cuentan con los dedos de una mano.

Precisamente de la idoneidad del canon digital estuvieron anoche debatiendo en el programa Mejor lo hablamos de Canal Sur, donde se pudieron oír burradas a tutiplén.

A.M.A., un compositor de canciones del que yo jamás había oído hablar, defendía a ultranza dicho canon puesto que, según él, era una manera de que los artistas y los compositores cobren por un trabajo que ellos ponen ante el gran público sin saber siquiera si obtendrán beneficios por dicha labor. Ante esto, lo primero que pensé fue: “haberte dedicado a otra cosa, majo”, pero después de un rato, se me ocurrió que hay cantidad de oficios que exigen hacer un trabajo sin que la recompensa esté asegurada. Como no podía ser de otra manera, la publicidad es uno de ellos, pero existen otros más de andar por casa, como la pastelería. ¿O es que a un pastelero le pagan las tartas que nadie ha comprado?


Por otro lado, P.T., miembro de la SGAE, defendía su postura pro-canon alegando que un artista “sólo” cobra dos euros de los veinte que paga el consumidor por un cd original. Aquí ya me puse a echar cuentas porque claro, dos euros suena a miseria, pero si tenemos en cuenta que El canto del loco, por poner un ejemplo, vendió en dos semanas 160.000 copias de su disco “Personas”, esto supone que el grupo ha ganado unos 320.000 € (casi 54 millones de las antiguas pesetas) a repartir entre cuatro. No os preocupéis que ya hago yo la división: 80.000 €urazos se han embolsado por cabeza Dani Martín y los suyos sólo en dos semanas. Y esto dejando aparte los (escasos aunque repletos) conciertos y el millonario negocio de los politonos. Así que de miseria nada, ya lo querría para mí.


El debate sirvió para reafirmar mi teoría al respecto y es que hay dos grandes culpables en el tema de la piratería:

  • De un lado las discográficas, que desde hace años prefieren la cantidad a la calidad porque ¿cuántos Triunfitos, Tusíquevales, Lluviasdestrellas, Popstars, etc han fabricado en los últimos años? ¿Cuántos discos sacaron? Y de éstos, ¿cuántas canciones eran realmente buenas? Por tanto no sé de qué se extrañan si la gente pasa olímpicamente de gastarse 20 € en un cd con diez canciones de las cuales sólo una o dos te gustan... Ya lo dicen los de ECDL, eres tonto si lo haces.
  • El segundo culpable, es el Spanish way of life que mencionaba antes. Los españoles tenemos demasiado arraigada la cultura de lo gratis y eso es difícil de combatir.

Ayer mismo, Día del Libro, iba yo caminando por uno de los barrios más populosos y tradicionales de Málaga. Un barrio obrero, de vecinos con sueldo medio-bajo, donde en la puerta del mercado de abastos lo mismo te vendían una ristra de ajos que te regalaban un libro. O diez. Porque a más de una maruja vi con una montaña de libros en una mano y el carrito de la compra en la otra. Supongo que tendrán muchos muebles que calzar, porque si no no se explica...

Lo cierto es que me dio pena por el triste destino que les depara a esos libros, condenados a estar en una estantería, pero más pena me dio la vendedora de ajos, que ayer no hizo negocio.

22 de abril de 2008

El comienzo...

Dicen que hay una primera vez para todo. Algo tan cierto como que, por lo general, esa primera vez suele generar en un@ mism@ nervios, incertidumbre y frustración si las expectativas no se cumplen o los resultados no son los esperados.

Por esa razón no voy a esforzarme demasiado en este primer post ya que, seguramente, cuando pase un tiempo y eche la vista atrás, cualquier cosa que haya escrito me parecerá banal y burda. Por tanto, tendréis que leerme asiduamente para comprobar si realmente merezco el calificativo de gran blogger.


En cualquier caso, para quien no me conozca, me presento:

Me llamo Alicia, resido en la capital de la Costa del Sol y soy, entre otras cosas, licenciada en Publicidad y Relaciones Públicas. Tengo una facilidad extraordinaria para opinar sobre cualquier cosa, incluso sin que nadie haya pedido mi opinión. ¿Qué le voy a hacer? Soy una quejica profesional. Será culpa de mi colon irritable pero el caso es que me quejo de todo y por todo, aunque siempre de una forma sarcástica, guasona y mordaz.

Además de criticona, soy una curiosa compulsiva. Esto no sé a quién o a qué achacárselo, pero todo me interesa, desde el nuevo novio de la Esteban hasta las resoluciones publicadas en el BOE...

En fin, ya me iréis conociendo...