21 de julio de 2008

¡HORROR! Me han invitado a una boda (2ª parte: el día B)

No, no es que haya tardado dos meses en digerir el último banquete de boda, que podría ser, porque en algunos sitios la comida parece de plástico.

Lo cierto es que no he podido actualizar antes porque en mi nuevo trabajo, mi jefa no para de criticarme y, la verdad, una llega a casa echando tantos “piropos” a la jefa que se le quitan las ganas de criticar nada más.

Pero en fin, a lo que iba. Parece que por fin la programación boderil de este año ha finalizado. ¿El balance? El de siempre: cada vez me llama menos la atención pasar por la vicaría aunque esto suponga perderme un viaje exótico for free y unos miles de euros de regalo.

Y es que una boda se resume, básicamente, en tres etapas:

a) Los saludos. A mí parecer la peor fase de todas, porque te encuentras con gente a la que no veías desde hace meses/años que siempre (¡siempre!¡no falla!) te preguntan cuándo te casas o qué esperas para tener niños (porque se te está pasando el arroz...) o qué tal te fue en Holanda con la Erasmus. Ante esto, un@ sólo puede poner cara de gilipollas sonriente y contestar: Holanda bien, hace ya seis años que volví.
A lo peor, tus parientes y/o conocid@s empiezan a presentarte gente: “Este en Juan, Pepito, María, Josefa, Trini, Antonio, Lucía, blablabla...” y cuando ya vas por el tercero, no te
acuerdas ni de tu propio nombre, por lo que vuelves a recurrir a la cara de gilipollas sonriente y a contar que hace seis años que volviste de Erasmus.

b) Luego está la ceremonia. Yo no sé qué afán tienen todos los novios en que su ceremonia sea la más duradera. Con lo fácil que sería que el cura dijera “por el poder que me ha sido otorgado, yo os declaro marido y mujer”. Hala, ya estamos listos, vámonos p´al banquete. Pues no. Los novios se empeñan en hacer toda la parafernalia, que si arras, coro rociero, votos, coro rociero, lectura de salmos, coro rociero, tequieros, coro rociero... Total, que después de dos horas, un@ ya no sabe si está en una boda o en una caseta de la feria.

c) El banquete. Ya por fin cuando se dan el besito de rigor y se dicen otros cuantos tequiero, llega la hora de que se vayan a hacerse las fotos, mientras los invitad@s nos levantamos a la caza del canapé y del jamón serrano. Que ése es otro tema. Porque el jamón, si está bien cortado, suele ser escaso y acabarse pronto. Todo lo contrario de cuando vas a pedirlo y, en vez de una loncha de jamón, parece que te están dando un chuletón de Ávila. Pero bueno, al menos en ese caso, ya sabes que estás medio cenado...

Por último, tres horas después de salir de la feria, digoooooo de la iglesia, empiezan a traer los platos del menú, que suelen tener nombres muy exóticos: Delicias de salmón bañadas en crema de hortalizas de la huerta o Magret de pato a la plancha sobre volcán horneado de patatas. O lo que es lo mismo: Rodaja de salmón con salsa de verduras y Pechuga de pato a la plancha con puré de patatas.

Ya a estas alturas de la película, un@ lo que quiere es emborracharse, bailar Paquito el chocolatero, acostarse a dormir la resaca del garrafón y acordarse de los novios... hasta la próxima boda.

¡¡¿¿Vivan los novios??!!