21 de mayo de 2008

¡Señor, sí, señor!

El otro día llegó al buzón de mi casa un aviso de Correos para recoger una carta certificada. La buena noticia es que no se trataba de otra invitación de boda (ufff, ¡qué alivio!) y la mala, que era una carta del Ayuntamiento de Torremolinos que avisaba a mi hermana de que había sido multada con 200 € por “hacer botellón” en la puerta de una discoteca.

No hace falta decir que a mi hermana la multa le supuso un cabreo descomunal. Y no es para menos. La multa está fechada el día 27 del pasado mes de Enero, a las 3 A.M. de la madrugada. Y el motivo de la sanción es permanecer concentrado junto con otras personas consumiendo bebidas fuera de las zonas del término municipal que el Ayuntamiento haya establecido como permitidas.

De aquí deduzco que, fuera de la zona habilitada por el Ayuntamiento, un@ no puede reunirse y permanecer quiet@ en un mismo sitio, independientemente de que se consuma alcohol o no, ya que el edicto no habla de bebidas alcohólicas, sino de “bebidas” a secas, ya sea agua, zumo o loquesea...

Pero el cabreo de mi hermana no es tanto por la multa como por las formas. Según su versión, ella y su grupo de amigos (eran diez personas en total) estaban haciendo cola en la puerta de una conocida discoteca (paso de hacer publicidad de nadie) cuando de repente aparecieron en escena cinco coches patrulla de la Policía Local de Torremolinos. Al parecer, los guardias comenzaron a multar a los grupos de jóvenes que estaban haciendo botellón por la zona, pasando después a pedir el DNI a tod@s los que hacían cola en la puerta de la discoteca, unas cincuenta personas, alegando que era un control rutinario. Algo que, por lo visto, se está convirtiendo en habitual según esta noticia.

La sorpresa fue mayor cuando ayer, desde la Unidad de Multas del Ayuntamiento de Torremolinos, nos dijeron que si queremos podemos hacer una alegación pero que no servirá de nada ya que, aún no teniendo una foto, vídeo o prueba de que mi hermana estuviera haciendo botellón, la palabra de los policías vale más que la de un civil.

Y claro, un@ que de vez en cuando ve en la prensa casos como el de aquel chaval al que quitaron tres puntos del carnet de conducir por usar el móvil mientras iba en bicicleta o los tejemanejes que se traía Ginés Jiménez y sus secuaces en Coslada, empieza a plantearse si realmente la Policía está para defender y hacer cumplir la Ley o para hacer sentir al ciudadano aún más indefenso...

Lo que está claro es que multas absurdas las ha habido, las hay y las habrá siempre. Y si no, que se lo digan a la conductora que ha sido multada por tocarse el pelo mientras conducía. Sólo nos queda proferir el ¡Señor, sí, señor! y pagar la multa que nos toque en (mala) suerte.



15 de mayo de 2008

¡HORROR! Me han invitado a una boda (1ª parte: los preparativos)

Supongo que a cada edad le acompaña determinada vida social. Cuando era pequeñ@, me llenaba de felicidad que mis amiguit@s me dijeran durante el recreo que estaba invitada a merendar en su casa para celebrar su cumpleaños. Un@ se arreglaba con las mejores galas que había en su armario (en mi caso no era difícil, puesto que iba al colegio de uniforme), cogía el regalo que mamá había comprado para el evento y hala, a comer medias noches rellenas de Nocilla y a beber batidos y cocacolas.

Ahora que, irremediablemente, un@ va llegando a una cierta edad, la cosa cambia. Y es que cada vez que veo una invitación de boda en el buzón de mi casa, inmediatamente pienso que no habrá medias noches, ni batidos, ni mi madre tendrá el regalo comprado. Todo lo contrario. Abrir el sobrecito de marras supondrá comer poco, mal y el inicio de una laaaaaaaaarga lista de gastos.

Este año me han invitado a tres bodas. Y cruzo los dedos para que no me inviten a ninguna más porque mis ahorros de desempleada no dan más de sí. Menos mal que Dios, el Destino o loquesea ha querido que dos de las bodas coincidan el mismo día, a mil kilómetros de distancia una de otra. Eso sí, de los regalos no me libra nadie, que son familia.

A la tercera no habrá más cugons que ir, porque es de una compañera de trabajo de mi medio-limón y ya hemos gastado todas las excusas posibles-creíbles durante los últimos cuatro años. ^^

Y es que una boda supone un gasto enorme de tiempo y dinero. Para los novios y para los invitados.

Para empezar, hay que buscar el vestido (ardua tarea si tenemos en cuenta que no siempre el traje que mejor te sienta es el que mejor le sienta a tu cartera. Y viceversa). El viernes pasado di con él. Con MI VESTIDO. Y “sólo” me ha costado tres semanas encontrarlo. Yupiiii.

Ahora tengo que buscar los zapatos, el típico bolso de fiesta (minúsculo donde los haya y que no volverás a usar en tu vida), el chal, el traje para el medio-limón y sacar dinero para los sobres-regalo. A eso habrá que añadir la visita a la peluquería (tinte + cortar + peinar) que he ido retrasando desde hace dos meses para no tener que ir dos veces, los billetes de avión, la noche de hotel y un etcétera tan largo que seguro que me dejo algo.

Total, que a ojo de buen cubero, mi presupuesto para las bodas 2008 ascenderá a más 1.300 €urazos, a saber:
  • Vestido 70 €.
  • Zapatos, chal y bolso minúsculo 60 €.
  • Peluquería 50 €.
  • Traje, camisa y corbata del medio-limón 120 €.
  • Dos billetes de avión hasta Asturias 320 €.
  • Habitación de hotel 90 €.
  • Varios sobres-regalo 600 €.

¡¡¿Vivan los novios?!!

11 de mayo de 2008

Niñ@s y... bullying

Hace tres años, tuve muy claro cuál sería el tema de mi trabajo final de investigación para la asignatura Didáctica General del C.A.P.: la violencia en las aulas. Era un tema que me llamaba la atención, por lo poco que se había escrito sobre él, las casi inexistentes cifras reales sobre el asunto y, cómo no, por lo preocupante del tema.

Con el paso de los años el problema de la violencia escolar no ha mejorado. Todo lo contrario. Ahora se ha convertido en un problema tan visible, tan cotidiano, que han proliferado los libros, los estudios y las cifras de jóvenes agredidos. Por suerte o por desgracia, hoy en día todo el mundo sabe lo que significa la palabra bullying. Y la película Cobardes es una buena muestra de ello.



Pero los matones siempre han existido
, pensarán algun@s. Y es cierto. Tod@s recordamos a aquel compañero con el que todos se metían. Sin embargo, el problema es que las conductas que llevan a cabo los escolares de hoy en día son más graves y tienen peores repercusiones para las víctimas. No obstante, según el Defensor del Menor, tres de cada diez alumnos de enseñanza secundaria son víctimas a diario de violencia en el entorno escolar.

Y lo peor es que es un problema de difícil solución ya que familias, docentes, psicólogos y Administración no parecen ponerse de acuerdo en cuál o cuáles son las causas del aumento progresivo de este fenómeno.

Por un lado, (muchas de) las familias culpan a los centros escolares de los comportamientos que tienen sus hij@s. Esto es algo con lo que estoy en completo desacuerdo ya que, en mi opinión, la educación del menor debe darse en el seno de la familia, dejando al docente la tarea de enseñar conocimientos, amén de ejercer como ejemplo de refuerzo educacional.

Otros progenitores, aún aceptando su rol educador, achacan a las condiciones de trabajo actuales el poco tiempo disponible con el que cuentan para la educación de los hijos, atribuyendo, por tanto, al centro escolar la difícil tarea de educar a los menores y mantenerlos entretenidos durante la larga jornada laboral.

Por otro lado, los docentes y psicólogos tampoco se ponen de acuerdo a la hora de establecer una solución al problema. Algun@s profesores se limitan a impartir el temario de su asignatura. No comprenden o no quieren comprender, que su labor va más allá de enseñar Matemáticas o Lengua. No se dan cuenta de que están formando a los ciudadanos del futuro. Se limitan, en muchas ocasiones, a culpar a la excesiva violencia que los escolares ven en la televisión, a lamentarse de la pérdida de autoridad que ha sufrido la profesión docente o a atribuir la violencia escolar a los nuevos modelos educativos impuestos por la Administración.


Y tienen razón, todas esas circunstancias seguramente son parte de la causa del problema pero éste no se solucionará con lamentos o pases de patata caliente. Todos (familia, docentes, psicólogos y Administración) deberían aceptar su parte de responsabilidad y colaborar, entre todos, a que los jóvenes de hoy en día adquieran valores sociales como la cooperación, la tolerancia, la solidaridad, la resolución pacífica de conflictos, el respeto a las normas y a los demás.


La solución no pasa, por tanto, en marginar a los chavales conflictivos en aulas especiales, ni en que los padres pasen mucho tiempo con los hijos, sino que el tiempo que pasen, por poco que éste sea, sea de calidad. Con tiempo para darles cariño y afecto pero también para imponerles ciertos
límites... por mucho que el niño llore y patalee. El todo vale, no vale.

6 de mayo de 2008

¿Ser o estar?

Leo en la prensa de hoy que 37.542 personas se apostaron en la cola del paro durante el mes de abril. Una cola tan larga que ya cuenta con más de dos millones de parad@s, que se dice pronto. Y eso sin contar a los que no están inscritos en las Oficinas de Empleo.

Me pregunto cuánt@s de esos 2.338.517 desempleados están realmente parados. Y es que no es lo mismo estar parado que desempleado. Lo primero, implica no tener ocupación remunerada reconocida. Estar desocupado, en definitiva. Por el contrario, estar desempleado (ya lo dice el DRAE) significa hallarse en una situación de paro forzoso.

En la práctica, a mi modo de ver, existen dos tipos de parados: por un lado, están los parados que disfrutan de la vida y del tiempo ocioso que su desocupación les brinda. Por el otro, están los parados que buscan activamente un empleo y/o se forman mientras éste llega. Están desempleados temporalmente.

Supongo que pertenecer a uno u otro grupo dependerá, en gran medida, de la forma que tenga cada cual de afrontar la vida ya que, en el mundo de la empresa, también existen dos tipos de empleados: el que está en el trabajo y el que es trabajador.

De nuevo nos encontramos con la disyuntiva entre ser y estar. Y es que en esta España nuestra se tiene la errónea creencia de que el que más horas pasa en el trabajo, más productivo resulta para la empresa, cuando, por lo general, es todo lo contrario.

Ya lo demuestran las cifras que hace unos días nos llegaban desde la Unión Europea: España es uno de los países en que más horas se trabaja (hasta 200 horas más al año que franceses, alemanes o daneses) y, sin embargo, estamos a la cola en productividad. El motivo es claro: en España no importa que las cosas “sean”; basta con que lo “parezcan”. Es el Spanish way of life, donde se rinde culto a la apariencia, a la fachada, al qué dirán...

Por eso nos va como nos va, por eso y porque (también según la UE) España es el país que más enchufados coloca en puestos muy por encima de su cualificación profesional...